La República progresista concedió por primera vez el derecho de las mujeres al voto. En la lucha por el sufragio femenino destacó especialmente la diputada del Partido Radical Clara Campoamor. Los argumentos que entonces se esgrimían en contra de este derecho eran, como lo serán después durante del franquismo, de orden principalmente biológico. Las elecciones de 1933 fue la primera ocasión en que las mujeres pudieron votar. Ante el triunfo de la opción conservadora en dichas elecciones, la historiografía posterior ha exagerado la responsabilidad en este hecho de la participación femenina en el sufragio, postura que en la actualidad está siendo revisada.